martes, 26 de octubre de 2010

Matar

Quiero matarte, matarte a gritos,
matarte con odio, amor... amoroso odio.

En tiempo, en lluvia,
sólo matarte; no dejarte ni polvo,
ese que despiden los muertos calcinados,
como último testimonio de su sombría existencia.

Matarte a llanto, a risa, con balas,
rápido o lento, no importa como sea,
únicamente deseo matarte.

Arrancarte toda esperanza aquí conmigo,
dejarte a oscuras mil años bajo tierra,
que te coman los gusanos, desaparecer tu cadáver.

Matarte como desconocido conocido, sin
dolor, reproches, arrepentimiento, pena ni angustia,
simplemente matarte privado de flores y madera.

Arrebatarte de mi, sangrarte, dolerte,
pero a fin de día simplemente matarte.

Quitarte la vida, derrocharla entre mis ideas.
El objetivo es matarte,
amarte después de eso, será la verdadera hazaña.

martes, 12 de octubre de 2010

Ser

De fina "misantropía"
y humilde egocentrismo.

Maravillado de la ineptitud humana
y rienda suelta al menosprecio.

Suculento esclavo del pensamiento
y tristezas por doquier.

Ambivalente máquina de
racional soberbia,
y una mirada puesta al mundo,
como deseando ser.

Espantoso rostro de ángel,
y amoroso suicida.

Ensimismado por convicción,
y retraído por maldición.

Virgen de pecado,
amante de lo ajeno,
en su precaria forma de existir.

Enaltecida por las banales formas
de sacrificar su humad,
por un momento en finita animalidad,
y una bofetada al corazón solitario.

Almas mías.

Hoy nace un alma que
perece cuando los ojos mueren.
Se desvanece y nace otra,
otra y otra, en el amoroso
arrepentimiento de los días.

Surgimiento del apareamiento
entre la saliva, desde el profundo mar,
germen de atracción y fecundidad.

Divisamos el ayer,
esperando nacer enamorados y
fallecer dichosos entre bálsamos
aterradores que cobijan.

Sobre sórdida alma de
esos fantasmas románticos,
que han de morir como
alguna extraña especia de recuerdos.

Rejuvenecer entre cálidas sombras
que distan de la mente, secos
labios del alma y puertas del corazón,
hidratante de fúnebres seres.

Somos almas, casi espíritus carroñeros,
bacanales placeres en ocasiones precisas.

Sumergidas en los labios del
tiempo, tan nuevos como cada alma, que
nace con un suspiro...
libre de todo, atada al cielo.






lunes, 11 de octubre de 2010

Envilecedor.

Qué es de lo que tengo, sino la más absurda pobreza.

Dónde está mi gloria, sino herida de ego en la
solitaria del estúpido menosprecio.

Quiénes esas bardas tan altas, que apenas puedo
subir, sabiéndolo con la certeza con la que se lee
el futuro.

Allí es que escribo mal, mi nombre hereje,
ensimismado en otros...
Cuyo mundo me es insignificante.

Punible.

Me arroja el vómito de mi desprecio,
nacen las llagas de la soberbia sobre el falso mundo.

A través de una radicalizada batalla,
con la introspectiva más mediocre y fatal.

En el suicidio de esperanzas me visto de
lucha, ante un sol incierto.
Donde nace y cunde el pánico y muero
a desasosiego tiránico y cansado.

Las fructíferas esferas de expectativas,
se llenan de nada y atascan el paso de algo más.

Desnudo, el miedo, tan claro, tan evidente, tan racional,
junto con él, mi cuerpo; preparándome para salir con halas
del martirio.

Esperando a fortuna miserablemente dichosa
de una nueva batalla de intelectos,
que le dé certeza a esta angustia, mate los números.

Para preparar el discurso del
deshabilitado optimismo y amor propio,
que se desnuda a cada paso... tan incierto que doy.