Ella está sola, en un sitio muy
diferente al mío.
Ella no me busca, pero yo la
encuentro -tan linda- en medio de una
selva de enredaderas sueltas y complicadas.
Le mando y escribo secas y frías cartas como
una tarde lluviosa de otoño.
Ella se alza en mis pensamientos;
una inmensa ola que remueve sentimientos.
Busco pretextos que maquillen mis
honestos deseos de verle, compartirle una mirada
que expulse y exponga lo suficiente de mi.
Que me desnude, desarme... desproteja. Con la
perversa intención de ser tomado en sus manos
y a hurtadillas robarle un beso con sabor a libertad.
Para no sentirme sólo, débil y así poder yo cuidarla,
sin escondites, sin vergüenza de quererla.
Tomar por asalto otro beso, y así sucesivamente...
Sin embargo, Ella está sola, en un sitio muy
diferente al mío. Uno demente
donde estoy perdido, inexistente... ausente.