martes, 8 de febrero de 2011

Mi sensible humanidad.

A veces no quiero saber de tu existencia.
Qué has hecho o con quién has estado.

No me interesa y me causa malestar
despertar a tu lado temprano
para irme a pensar.

Me incomodan tus charlas y
todo gesto de amor me parece ridículo.
Me da por soltar los perros de
mis groserías y morderte duro ahí.

Sin embargo, hay otros días en que
tu y tu amor, separados entre lo
que para mi eres y en el mundo manifiestas,
revuelcan mi indiferencia en la cama.

Haciéndonos un daño bonito,
nos lastimamos empujando la carne
de tu cuerpo, de mi cuerpo. De ese
cuerpo que es tuyo por respeto a tu entrega.

El tiempo resulta costoso y carente de
laxitud. Me interesa saber de ti,
qué has hecho y con quién has estado.

Si al pasar por la calle resultaste
entregada por la casualidad, a la
mirada de alguien, salta en mi
un miedo febril que sube por
mi estómago y se transforma en celos.

Es ahí donde mi grosería, culpable de
hacerme quien soy, se transfigura en un
intenso besuqueo que te come con
repetición y vehemencia.

Donde tomas mi maldad,
que ya bien conoces,
y alivias mi sequedad.

Y entre la volubilidad de mi mente;
de quererte y no quererte, enamorarme
y desterrarme, me haces rememorar,
al menos por unas horas...
mi sensible humanidad... que eres tu.

lunes, 7 de febrero de 2011

Un niño de doce años.

¿Qué es la salud?

¿De dónde partimos para existir,

es acaso sólo el verosímil hecho de estar vivo?

¿Y el amor?

¿Qué es eso?

¿En dónde está?

¿Existimos para eso, para amar?

¿A quién?

¿Cómo?

¿En qué momento lo sabes?

¿Existe el amor como una totalidad?

¿Y si todo es una mentira?

Quizá no existe o es muy difícil aceptarlo.

¿Aceptarlo?

¿Quererlo, desearlo, anhelarlo?

¿Por qué cuando pienso en esto

me siento tan triste?

¿Acaso es que no soy feliz con lo tengo?

¿Conozco el amor?

Necesito vender mi consciencia,

me atormenta demasiado.

Quiero soledad mental…

buscar respuestas en muy cansado.

sábado, 5 de febrero de 2011

Excogitar.

Quisiera no estar en
este sitio, amalgamar las horas
con esa alegría que se comenta
purifica.

Ser distinto de lo que soy,
mas no perderme entre el sueño
de ser otro.

Matar el tiempo solo,
indiferente a la ilusión
de una noche con canción.

Me dosifico entre tristezas
y en su forma mas pura,
me hago comentarios de
resentimiento.

No sabré nunca si el sufrimiento
es poético...
o sólo la forma en que racionalizamos
un sentimiento.

No entenderé jamás por qué he
venido al mundo, sólo pretende y pretende ser
la raíz exacta de los conflictos internos.

Me alimento de ese infinito
odio, de tan adentro, tan místico que
no me hace llorar, ni rabiar...

No quiero más amores, ni amigos,
ni padres, ni gente que me entienda...
quiero una soledad que sin embargo,
no me haga sentir solo.

Un duelo grande contra mi mismo
sin reprocharme demasiado,
sólo lo suficiente para salirme de este sitio,
tan perenne de angustias,
dónde los buenos recuerdos
se matan en una carta de suicidio mental...

Esperando el día en que pierda la consciencia
para estar en un sitio tranquilo, pasivo, sin ideas...
un sitio que sólo imagino, nunca sabre
si existe, pues mi muerte ha llegado
y con ello el adiós a la consciencia.