Despojarme del sentimiento, cual si fuese
cualquier baratija.
Hacen a un lado el recuerdo ante la figura
de una mujer desnuda, distinta a la que amo.
Acceder febrilmente a la tentación, objetivada
a través de su carne; posserla en la más sucia
y atrevida deslealtad.
Entrar en ella, ser el huésped del más
animal deseo: desviar de ese rostro trémulo
cualquier rasgo o símbolo de parentesco.
Atenuar con la carne, en el punto más
alto de insuficiencia, el pecado traidor
que le despojó las prendas en mi lecho de muerte.
Hacer de ella -y con ella- el material plástico
de mis más vulgares pasiones. Provocar súbito
estupor que otorgue el frenesí.
Y después de un tiempo, absorto
en un sitio tan libre de deseo, despojar mi
mente de este sucio cuerpo roto....
Volver a la calma que otorga una persona
amada, presa de la bestia;
del amor sórdido, incondicional... ciego
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